"Me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús". Filipenses 3:13-14 (NTV)

La felicidad requiere el “dejar ir” y aprender a olvidar. Preocuparse no cambia el pasado, así que suelta lo que no puedes modificar y concéntrate en el futuro.

Filipenses 3:13-14 dice: "Me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús" (NTV).

Tu energía es limitada. Por eso te cansas. Por eso te fatigas. Por eso te agotas.

Como sólo tienes una cantidad limitada de energía, te recomiendo que no desperdicies nada de ella en el pasado. Cada día, elige concentrar tu energía en lo que tienes por delante y en lo que te espera.

Este hábito es tan importante para tu felicidad que hay tres trampas de las que tienes que ser consciente. 

La trampa del remordimiento. Tienes que dejar de lamentarte. ¿Hay cosas que desearías haber hecho de forma diferente en la vida? Por supuesto. Pero no puedes insistir en ellas porque no puedes cambiarlas. No malgastes ninguna emoción en remordimientos.

La trampa del resentimiento. Aferrarse al resentimiento no hace daño a nadie más sino a ti. Déjalo ir. Por tu propio bien, debes perdonar. ¿Se lo merecen? No. ¿Y acaso tú mereces el perdón de Dios? Tampoco. Los que reciben la gracia ofrecen la gracia. 

La trampa de la tradición. Todo cambia constantemente, y no puedes detenerlo. Tienes que decidir si resistir y resentir esos cambios o ser feliz. La felicidad es una elección.

La forma en que manejas los cambios en la vida revela tu madurez espiritual. Cuando estás guiado por la eternidad y anclado en ella, el cambio puede tener lugar a tu alrededor y puedes elegir ser feliz.